La Cónsul Bernardita Kramarenko explica cuáles son las “líneas argumentales” mediante las cuales los ecuatorianos se relacionan con las personas que llegan a ese país en situación de vulnerabilidad. El Plan «Buen vivir» y una mirada de las migraciones centrada en el ser humano y su entorno natural y social.
En una entrevista efectuada por el Observatorio durante el Foro de Migrantes “Hacia los Pactos globales sobre migrantes y refugiados. Desafíos actuales en la Argentina”, dialogamos sobre el concepto de movilidad humana, el cual propone una nueva relación con los recién ingresados a Ecuador.
¿Cuál es la situación actual de migrantes y refugiados en Ecuador?
Desde el punto de vista de las acciones gubernamentales, las políticas migratorias son la continuidad de una política que inició el presidente Correa en su primer mandato, y guarda una relación muy estrecha con la modificación de la Constitución Ecuatoriana de 2008, que tiene muy presente la figura del inmigrante y sobre todo la del refugiado y asilado.
Lo que Ecuador adoptó fue una especie de línea argumental, que primero inicia con la Secretaría del Migrante, y empieza a escalar posiciones no solamente como tema sino una política de Estado. A mi humilde entender, como socióloga, creo que eso guarda una relación directa con la postura del Ecuador respecto a cómo queremos vivir.
¿En qué consiste el “Plan Nacional del Buen Vivir” creado en Ecuador?
El plan se apropia de una filosofía de vida de nuestras comunidades originarias, en donde el buen vivir no significa el bienestar del consumismo: ¿cuánto tenemos? ¿cuánto vamos a poder gastar? Sino el vivir bien entre nosotros.
Entonces, eso adaptado a la política migratoria tiene una implicancia sumamente importante; es decir, mirar al otro no desde el lugar del ecuatoriano, sino al otro que llega a nuestro país en una situación de vulnerabilidad.
Hoy día el ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador ya no se llama Cancillería, se llama ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, entonces hay un vice ministro de Movilidad Humana. Nuestra canciller, que fue mi jefa hasta hace tres meses, fue por eso elegida como presidenta general de la Asamblea de las Naciones Unidas por la visión que tiene.
Por eso, con el ánimo de ser asertiva, creo que si bien hay situaciones que no son cómodas, el aporte del Ecuador puede servir como ejemplo de algo que está sucediendo.
Hay un principio de las comunidades originarias que se basa en algo simple, en el Quechua no existe la palabra “yo” existe únicamente el “nosotros”, a partir de ahí se puede pensar cuáles son sus reglas de oro, una de esas reglas es enseñar desde niños a aprender a soñar.
Entonces a partir de ahí qué más podes hacer que aportar, porque vos no elegís soñar cosas feas, ¿Qué sueños vas a poder cumplir desde niño?
Es lo que humildemente intento que se considere que está pasando hoy día, y es cambiar o modificar situaciones que no son buenas, realizando prácticas reales.
¿Con respecto a países vecinos de Latinoamérica, han realizado acuerdos y estrategias conjuntas de acción?
Se trabaja continuamente, de hecho hasta hace pocos días atrás, en Ginebra, en Quito, y en Argentina, hubieron reuniones por el tema de los pactos globales; y todos los países están aportando sus posiciones.
Yo tengo la impresión de que si uno hiciera la sumatoria de los más y de los menos, va ganando lo bueno. Puede ser muy simplista lo que digo, pero sé que en mi país se está haciendo, y aun siendo pequeño, prácticamente del tamaño de Mendoza, tiene 16 millones de habitantes, y 56 o 60 mil refugiados provenientes de 70 países, quienes están incorporados al sistema. Ellos también nos aportan, eso también nos enriquece.
Observatorio de Niñez, Adolescencia y Familia | 29 de septiembre de 2018