El dato surge del informe «Sexo y poder ¿Quién manda en Argentina?: Participación de las mujeres en espacios de poder en 2020». Entrevistamos a Delfina Schenone Sienra, responsable del Área de Políticas del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), la organización responsable de la publicación. «Sigue existiendo el techo de cristal y las que llegan a un lugar con poder de decisión son algunas mujeres con ciertos privilegios», dice. El panorama en los poderes del Estado. ¿Por qué las mujeres y las diversidades siguen ausentes de las mesas del poder?
Mientras en 2010 el 16% de los cargos jerárquicos de la Argentina estaban ocupados por mujeres, en 2020 ese porcentaje subió al 18%. Es decir que sólo un poco más de 2 de cada 10 cargos jerárquicos, en los tres poderes del Estado, los sindicatos, las empresas, los medios de comunicación están ocupados por mujeres y diversidades sexuales.
El dato surge del informe «Sexo y poder ¿Quién manda en Argentina?: Participación de las mujeres en espacios de poder en 2020» , publicado el año pasado por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género ( ELA). El estudio se basa en la construcción de un índice de Participación de las Mujeres (IPM) que puede ser replicado en el tiempo. Fue efectuado por primera vez en 2010 y actualizado en marzo de 2020.
«La investigación arrojó por segunda vez que los puestos de altas jerarquías siguen siendo ocupados por varones» explica Delfina Schenone Sienra, responsable de área de políticas de ELA. Esa información surgió luego de que la organización analizara once áreas clave. Pese a que en esta última década el movimiento de mujeres ha sido muy fuerte, todo sigue casi igual:
«Sigue existiendo el techo de cristal y las que llegan a un lugar con poder de decisión son algunas mujeres con ciertos privilegios. Esto es un síntoma de que sigue habiendo muchísima resistencia en que participemos de la toma de decisiones y esto sin duda empobrece nuestra democracia porque no representa la pluralidad de voces».
La expresión «techo de cristal» es una metáfora de las limitaciones invisibles que tienen las mujeres para ascender dentro de las organizaciones. Fue utilizada por primera vez en 1978 por la escritora y activista Marilyn Loden. Desde entonces ha sido cada vez más utilizada en los estudios sociológicos y de género.
En toda la Argentina la situación se repite: sólo hay dos gobernadoras mujeres (Arabela Carreras de Río Negro y Alicia Kirchner de Santa Cruz). En el gabinete del presidente Alberto Fernández el porcentaje de mujeres es mínimo y hubo un retroceso respecto del comienzo de la gestión.
«En la Justicia el escenario es igual, un informe reciente de la oficina de la Mujer da cuenta de que un tercio del Poder Judicial está ocupado por mujeres”, suma Schenone. La nueva edición del “Mapa de Género de la Justicia Argentina”, difundido hace un mes por el Día de la Mujer, arrojó que más de la mitad de los cargos en el sistema judicial argentino están ocupados por mujeres, aunque sólo el 31% de ellas ocupan puestos de ministras, procuradoras generales o defensoras generales.
“Sólo el Poder Legislativo es la excepción pero porque rige la ley de paridad», sostiene Schenone. A partir de la sanción de la Ley 27.412 del año 2017 que reformó el Código Nacional Electoral para establecer que las listas a cargos electivos debían integrarse por un varón y una mujer, de manera alternada, la situación cambió.
El informe de ELA asegura que en el nivel subnacional el panorama es similar, aunque con diferencias entre las diferentes provincias. De todas maneras, los grandes avances se han dado en las organizaciones de la sociedad civil y en el ámbito de la cultura. “Es en donde no se toman las decisiones que afectan a toda la sociedad», continúa Schenone.
Hay una foto muy representativa donde pone foco ELA: la del presidente, el ministro de Trabajo y referentes sindicales decidiendo salarios. Todos son varones y en sus manos están las determinaciones que afectan a toda la sociedad pero de distinta manera. “La crisis económica y sus consecuencias sobre la situación laboral nos afecta más a las mujeres”, explica Schenone.
Además, señala el hecho de que las mujeres y las diversidades no están en la mesa: «Cuando se impulsa a la construcción como actividad económica habría que preguntar cuánto nos afecta a las mujeres y diversidades esa decisión y por qué no se impulsan otras actividades”. En el caso de los sindicatos, incluso cuando se trata de actividades más feminizadas como la salud y la educación, los máximos referentes son hombres.
Un debate a tener en cuenta es que el hecho de que haya más mujeres no implica que éstas tengan más perspectiva de género. Sin embargo, Schenone afirma: » la agenda de las mujeres y diversidades tiene mayor impulso cuando somos más en lugares de decisión y fundamentalmente hacemos de nuestra democracia un sistema más plural, como es nuestra sociedad».
«Cuando se impulsa a la construcción como actividad económica habría que preguntar cuánto nos afecta a las mujeres y diversidades esa decisión y por qué no se impulsan otras actividades”.
En conclusión, si comparamos ambos estudios de Sexo y Poder hechos con 10 años de diferencia, aún queda mucho por recorrer. Como se afirma en las conclusiones del último informe: «Los avances necesitan todavía consolidarse a partir de un cambio cultural más profundo en la percepción que la sociedad tiene de la conformación de las instituciones, que debe empezar a ver como problemática una clase dirigente en lugares de decisión que no refleja la comunidad a la que debe servir».
Para las integrantes de ELA es preocupante que ni las mujeres ni los varones que ocupan lugares de decisión representen la diversidad. Personas LGBTIQ+, con discapacidad, afros, indígenas, están generalmente ausentes de los espacios en los que se toman las decisiones. Y las mujeres dentro de esos colectivos están más ausentes aún.
Por Laura Fiochetta | ONAF | 5 de abril de 2022