¿Por qué si en Argentina está vigente la ley 25.929 de parto humanizado algunas mujeres evitan dar a luz en los hospitales? La violencia obstétrica es el principal argumento. Laura Quevedo, licenciada en obstetricia y partera domiciliaria, sostiene que lo más complicado para que se cumpla la ley es la visión del parto como enfermedad que se tiene en el sistema de salud. La historia de una mujer que decidió tener a su primer hijo en la montaña, sin parteras y sin médicos. Un proyecto de ley impulsa la creación de casas de parto.

Lisa despertó con la intuición de que todo iba a salir bien. Después de desayunar, salió a caminar con Ariel. Se sentía relajada, segura, conectada con su cuerpo. Habían decidido que Santino, su primer hijo, naciera en la cabaña que la familia de Ariel tenía en Potrerillos, una villa de montaña situada en la precordillera de Los Andes. Quisieron que fuera sin hospitales, sin parteras y sin médicos. Sólo ellos, sus dos madres y sus padres. Tenían 23 años y eran estudiantes universitarios. Ariel era alumno avanzado de medicina.
Hacia el mediodía se alejaron del caserío. Conversaban. Quizás recordaron las búsquedas personales que los llevaron hasta allí. O las charlas con otras mujeres, las rondas de relatos de nacimientos y los talleres. Tal vez mencionaron a Michel Odent, un obstetra francés cuyos libros habían leído, autor de la conocida frase: «para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer«. Desde el inicio del embarazo coincidieron en que Lisa tuviera un parto humanizado, es decir basado en su derecho a decidir cómo y dónde dar a luz. Lisa cuenta que pronto tomaron conciencia de la gran responsabilidad que asumían. Y se prepararon para ello.
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Muy pocas mujeres deciden tener a sus hijos/as en casa. En Argentina equivalen al 0,2 % del total. En Mendoza al 0,1%: en 2019 se registraron tan sólo 28 casos. (1). No existen estadísticas, pero el número de quienes eligen parir sin asistencia médica es aún mucho menor. ¿Porqué lo hacen? La violencia obstétrica es su principal argumento.
“Nos acuestan, nos miran, nos dicen que tenemos que hacer, cómo ponernos, cómo respirar, cómo pujar, nos aprietan la panza, nos mutilan nuestros genitales por rutina (…)” escribe la socióloga Andrea Paz en un artículo publicado en la Revista Anfibia (UNSAM).
Según datos de 2017 publicados por Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (CONSAVIG), de las situaciones de violencia obstétrica denunciadas, el 87% corresponde a trato deshumanizado, el 44% a falta de información, el 42% a medicalización/patologización y el 34 % a faltas de respeto a las decisiones de la mujer.
Un conocido estudio antropológico realizado en Estados Unidos situaba al parto humanizado dentro de un paradigma llamado «modelo holístico», basado en la organicidad y la fiabilidad del cuerpo femenino, el carácter rítmico del trabajo de parto, la integridad de la familia y la autorresponsabilidad (2). Miles de mujeres en todo el planeta adhieren a estos principios, conformando una densa red de prácticas (formales e informales) , producción teórica e incidencia en las políticas públicas.

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A las tres de la tarde las contracciones se hicieron intensas. “Empecé a estar muy abstraída”, cuenta Lisa. “En una contracción muy fuerte llegaron mis papás, y eso fue un alivio. Yo estaba como en otro planeta. Tenía mucho la compañía de Ariel, que me hacía como volver a la tierra, pero en cada contracción me iba de nuevo”. Entonces entraron a la casa. En el rincón más soleado habían instalado una pileta de lona para el parto. Para mantener la temperatura del agua, sus padres habían ideado un circuito de cañerías conectadas a una bomba y a un termotanque. Elisa recuerda que las velas y el aroma de los sahumerios creaban un ambiente hermoso y acogedor.
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En Argentina existe la ley Nacional de 25.929, conocida como «ley de parto respetado». Fue sancionada en 2004 y reglamentada 2015. Laura Quevedo, licenciada en obstetricia egresada de la UDA (Universidad del Aconcagua) y profesional del hospital Héctor Elías Gailhac, sostiene que a pesar de que carece de perspectiva de género, la norma es innovadora. Desde su punto de vista, el gran aporte de la ley es que las madres empezaron a estar acompañadas en el momento del parto, aunque en el último año esto se ha revertido por la situación de pandemia.
¿Qué garantiza la ley? Un parto normal, que respete tus tiempos; Que no te discriminen; Que se respete tu intimidad; Elegir a la persona que te acompañará durante el trabajo de parto, el parto y el posparto; Que tu bebé esté en su cuna a tu lado, durante toda la internación (a menos que necesite cuidados especiales); Que vos y tu familia reciban toda la información necesaria, en un lenguaje claro, sobre tu estado y la evolución del parto y del bebé; Conocer los beneficios de amamantar y los cuidados que necesitan tanto el recién nacido como vos en esta etapa de la vida; Conocer los efectos negativos del tabaco, el alcohol y las drogas.
La ley también amplió el acceso a la información y generó conciencia acerca de los derechos y necesidades de las opciones de parto. “Un parto respetado es un parto en el que la mujer puede elegir, porque se informó, dé qué manera quiere parir. Una cesárea programada es un parto respetado si es necesaria, tanto como parir en casa”, sostiene Quevedo, quien además asiste partos domiciliarios acompañada de otros profesionales de la salud.
“La parte más complicada para que se aplique la ley de parto respetado es la visión del parto como enfermedad que se tienen dentro de los hospitales”, explica. En ese sentido, resalta la importancia que tiene la Semana Mundial del Parto Respetado, celebrada entre el 16 y el 22 de mayo. El lema para este año es “Respeto de las necesidades de madre y bebé en cualquier situación”.
¿Cómo son los partos domiciliarios enmarcados en el sistema de salud y en la Ley de Parto Humanizado? “Nosotras trabajamos acompañadas con profesionales de la salud. La idea es conocer a la familia, tener un vínculo de confianza”, nos cuenta. ¿Qué dificultades encuentra? “La resistencia de colegas y del sistema médico. Se complica a veces en el caso que haya que hacer un traslado por esta resistencia”, afirma.

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A las cinco de la tarde Lisa entró en la pileta. De un lado tenía a la mamá de Ariel y del otro a su mamá. “Estábamos las tres agarradas de las manos, éramos como un triángulo. Ariel estaba a un costado y me miraba, me hablaba para traerme un poco a tierra”, recuerda. Y Santino no se hizo esperar: “Después de quince minutos en los que tuve tres pujos muy intensos, di a Luz”, dice emocionada. Ariel tomó al niño debajo del agua y los sostuvo por unos minutos. Después lo levantó hasta los brazos de Elisa. Pero pasaba el tiempo y Santino no lloraba. Su inmovilidad alertó a todos.
“Recuerdo haber estado como adentro de una burbuja. Tenía la certeza de que Santino estaba bien, pero sentía la tensión y el revuelo a mi alrededor”, relata Elisa. Al no sentirlo llorar, sus padres empezaron a gritar para que reaccionara. Fue un momento de mucha tensión. La situación se extendió hasta que Santino, sin llorar, acercó su cabeza a uno de los pechos de Lisa. “Después se quedó conmigo. Respetamos mucho esa “hora sagrada” de la que se habla, en la que es importante ese apego primal, de piel con piel”, dice.
Algunos días después, fueron al centro de salud. Habían decidido esperar, porque la experiencia de otros padres que habían dado a luz en casa hablaba de eso, de tener paciencia, de aguardar unos días. Pero la familia insistió en hacer los estudios neonatales y ellos -cuenta Lisa- accedieron. Recuerda que en el centro de salud los trataron mal. Después de una entrevista muy tensa, la médica de guardia los derivó a un hospital del Gran Mendoza. “En el hospital también fuimos maltratados. Yo tuve que insistir mucho para que dejaran pasar a Ariel a mi chequeo de puerperio, y aun así el médico no fue cuidadoso”. Después les informaron que Santino quedaría internado.
Esa noche fue muy dura», continúa Lisa. «A partir de la tensión que se había generado no nos hablaron más, no nos dieron más información”, dice. De allí en más las imágenes se suceden: dos enfermos bloqueando la puerta. Una enfermera ignorando las preguntas de Lisa. Una persona entrando con vacunas y amenazándolos con tomar acciones legales. “Todo fue en unos términos de agresividad que nosotros no estábamos planteando, ni siquiera estábamos ofreciendo resistencia, simplemente queríamos dialogar y tener información”, explica. En las semanas siguientes tuvieron muchas entrevistas. Cinco años después, Santino aún no tiene su libreta de salud. Nunca se la quisieron entregar. “Y para lograr que nos dieran el certificado de nacido vivo terminamos teniendo una reunión con abogados en la casa de gobierno”, cuenta.
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A pesar de las resistencias del sistema de salud, poco a poco surgen nuevas perspectivas de aplicación de la ley de parto humanizado. En Mendoza, por ejemplo, en 2019 se creó el primer observatorio público de parto respetado. Funciona en el Hospital Lagomaggiore y su objetivo es producir información para adecuar las prácticas del sistema de salud al marco legal vigente. Otra iniciativa son las casas de parto. «Sabemos que podemos parir en casa, pero que también pueden haber casas de parto», explica Laura Quevedo. » Son espacios intermedios para aquellas mujeres que no quieren parir en el domicilio pero que no son hospitales. Son lugares donde sólo se asisten nacimientos y que existen en Brasil, Perú y México. En Argentina se presentó un proyecto de ley nacional para habilitarlas”.
La iniciativa ingresó en diputados en setiembre del año pasado. La autora es la diputada Mónica Macha y, junto a la Red Argentina de Casas de Partos, buscaron establecer un marco regulatorio para que las Casas de Partos y Nacimientos funcionen en todo el país. Quevedo explica que esto ayudaría a reducir la violencia obstétrica a la que son sometidas habitualmente las mujeres a la hora de parir. En cuanto a la disposición de estos espacios, son literalmente casas con habitaciones adecuadas para atender partos y nacimientos. Tienen baños preparados para parir en el agua y recursos adecuados para un parto fisiológico.
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«Creo que como gestantes y padres hicimos venir a Santino al mundo de una manera hermosa, tal como lo habíamos soñado», concluye Lisa. «Lamentablemente, después nos chocamos con el tedio, el miedo y todas esas herramientas que tiene el sistema de salud. Me siento muy orgullosa de haber respetado mis intuiciones y las sensaciones de mi cuerpo. Cada vez que puedo comparto mi experiencia en las rondas de relatos de nacimiento. Me agradezco a mi misma por haber accedido a toda la información necesaria, por haber buscado las maneras para hacer algo tan importante con mis tiempos y como yo lo sentía».
- Ministerio de Salud de la Nación (2021), Estadísticas vitales. Información básica Argentina- Año 2019. Buenos Aires.
- Davis-Floyd R. (2009), Perspectivas antropológicas del parto y el nacimiento humano Perspectivas antropológicas del parto y el nacimiento humano. Ed. Creavida. Buenos Aires:
Por: Javier Avila | Laura Fiochetta | Asistencia de producción: Rebeca Orellano | ONAF | 11 de mayo de 2021