Ser profesor/a de secundaria en tiempos de pandemia

En Mendoza, desde marzo del año pasado casi 8 mil trabajadores/as de colegios secundarios sostienen la continuidad educativa de sus estudiantes. ¿Cómo es dar clases a trescientos alumnos vía Zoom o WhatsApp? “El año pasado se trabajaba las 24 horas, incluso sábados o domingos”, explica Rubén Gumilla, profesor de secundaria, docente universitario e investigador de la Facultad de Psicología (UDA). Una profesora de literatura cuenta su experiencia en la virtualidad y narra el regreso a las aulas. Sueldos bajos, miedo a los contagios y organización familiar tras un año y medio de COVID.

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Noelia despide a sus hijos para ir a dar clases. Los abraza. Les recuerda que no abran la puerta a extraños, que no enciendan las hornallas, que no salgan a la calle. Luego revisa que la conexión a Internet funcione. “Hola mamá, ¿estás ahí?”, dice frente a la computadora. Del otro lado, la abuela de los niños responde que sí, que vaya tranquila. Después los besa y sale a la vereda. Son las once de la mañana. Volverá a ver a sus hijos a la siete de la tarde. Mientras tanto, estarán solos, con la compañía de su abuela tras la pantalla.

Noelia es profesora de Literatura y da clases en tres escuelas secundarias del Gran Mendoza, “una técnica, un CENS y una orientada”, explica. Tiene a su cargo un promedio de trescientos alumnos/as. Este año, tras el regreso a la presencialidad, fueron divididos en veintidós burbujas.  Tiene un total de 36 horas cátedras semanales, lo cual -explica Noelia- es el máximo posible para un docente de secundaria.

2020: Virtualidad

El año pasado, cuando empezó la pandemia, el contacto con sus alumnos/as fue a través de WhatsApp. “Hacía poco había puesto Internet en mi casa, porque sino no sé qué hacía”, explica. “También aproveché una promoción del Banco Nación y compré una computadora con tarjeta de crédito, en 36 cuotas”.

Además, su madre le regaló un teléfono extra para dar clases y una tablet, para que sus hijos pudieran estar conectados con sus maestras. El más chico tiene ocho años y el mayor once. “Yo trabajaba todo el día y los chicos tenían cada tanto una clase on line, pero lo más difícil era que les daban muchísimas tareas. Fue extenuante”, dice.

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Rubén Gumilla es Licenciado en Educación, docente de un colegio secundario de gestión privada, investigador de la Facultad de Psicología (UDA) y profesor de un colegio de secundario de gestión privada. También es miembro del Servicio de Orientación de Escuela Secundaria de la DGE (Dirección General de Escuelas del gobierno de Mendoza). Desde su perspectiva, las clases durante el confinamiento obligatorio se sostuvieron en base al esfuerzo de los/las docentes.

“Los docentes hemos tenido que enfrentar con nuestros propios recursos la virtualidad el año pasado. Hubo algunos que tuvieron que pedir prestado, o pedir créditos para comprar un celular”, explica“. Y agrega: «Más allá de lo que determinaba la Dirección General de Escuelas, cada docente organizaba sus clases de acuerdo a los recursos de los que él y sus alumnos y alumnas disponían».

También resalta que la docencia se transformó en una actividad con dedicación exclusiva, sin horarios ni tiempos pre establecidos. “Se trabajaba las 24 horas e incluso sábados o domingos. Parte de esto es porque muchos alumnos y alumnas no tenían conectividad en ciertos horarios y tenían disponibilidad del celular por las noches o los fines de semana».

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Un estudio publicado por CIPPEC en mayo de 2020 analiza las respuestas educativas del gobierno nacional y de las provincias frente a la pandemia. “Ningún integrante de la comunidad educativa estaba preparado para enseñar y aprender en forma remota. La escuela, sin embargo, no dejó de funcionar. Las acciones impulsadas por el gobierno nacional y los gobiernos provinciales, así como la respuesta de los docentes, directivos, supervisores, estudiantes y familias dan cuenta de los enormes esfuerzos que se están haciendo para garantizar el derecho a la educación», comenzaba el informe.

El trabajo detalla que en Mendoza la DGE implementó el programa “Escuela Digital Mendoza”, una plataforma en línea con recursos organizados por ciclos de estudio y aulas virtuales para el intercambio entre alumnos y docentes.  También se difundieron contenidos pedagógicos en las redes sociales y se emitieron programas educativos por el canal local ACEQUIA TV. Además, se sostuvo un programa de ajedrez educativo y se desarrollaron clases virtuales especiales para adolescentes y jóvenes privados de su libertad.

En 2018 Mendoza tenía 162.305 estudiantes en sus escuelas secundarias y 7.980 cargos docentes (esto incluye profesores frente a alumnos y puestos como director, secretario, bibliotecario, etc.)

Fuente: Argentinos por la educación en base a datos del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación. datos de 2018.

Paralelamente, se impulsaron políticas de apoyo a la labor docente. Según el informe de gestión 2020 publicado por la DGE, las principales medidas fueron la realización de webinars, la generación de “recorridos de formación docente” y la formación en el uso de plataformas, clases virtuales y herramientas TIC.  También se realizaron actividades de difusión de buenas prácticas y se posibilitó a docentes y alumnos/as el acceso al portal educativo del gobierno sin tener que pagar el consumo de datos.

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Desde la perspectiva de Noelia, las medidas implementadas en Mendoza no fueron suficientes. Además, señala que el material producido por “Escuela Digital Mendoza” no era de buena calidad. Lo compara con el encuadre pedagógico y de contenidos del programa “Seguimos educando”, implementado por el Ministerio de Educación de la Nación. “Yo hablaba con una colega de otra provincia en la que implementaron el programa de Nación y la forma de trabajo era muchísimo mejor”, explica.

“Los alumnos tenían en sus manos un cuadernillo y seguían las explicaciones por la televisión. Tenías a actores, científicos y expertos de primer nivel dando clases o produciendo contenidos. Además, estaba todo en la WEB. El docente era un mediador de todo ese material”.  Explica que en Mendoza los/las docentes tuvieron que producir los materiales y armar las clases por su propia cuenta, sin contar con apoyo ni preparación para esa tarea.

¿Cómo influyó el planteo de virtualidad en los/las estudiantes?

Rubén Gumilla explica que en general a los /as adolescentes la escuela no les atrae desde el punto de vista pedagógico, sino más bien desde los vínculos que establecen con sus compañeros/as: “Ellos/as construyen identidad en el intercambio con sus pares.  De hecho, he observado un cierto retraso en la construcción de la identidad de algunos/as adolescentes. Vimos estados de tristeza, depresión, un nivel de emocionalidad bajo que se ha ido recuperando con el sistema de escolaridad mixta”.

En la experiencia de Noelia, hasta abril la mayoría de los alumnos se conectaban y respondían. No obstante, cuando el Consejo Federal de Educación anunció la unificación de los ciclos lectivo 2020-2021 la participación disminuyó drásticamente, ya que esto significaba que todos pasarían de año. “En algunos grupos en los que habitualmente se conectaban veintisiete alumnos pasaron a conectarse tres. El curso con más participación fue uno de treinta en el que continuaron diecisiete.  Con los alumnos que quedaron pudimos trabajar muy bien. Leíamos, comentábamos las lecturas en línea y a los juegos y las actividades interactivas que fui proponiendo. Si los chicos están comprometidos, se pueden hacer muchísimas cosas”, explica.  

“En algunos grupos en los que habitualmente se conectaban veintisiete alumnos pasaron a conectarse tres».

«Cuesta la virtualidad por el hartazgo», sostiene Gumilla.  «Creo que si hay que sacar una conclusión de todo lo que vivimos es que el/la docente es irremplazable. Yo tengo una carrera hecha de manera virtual. Pero la hice de adulto. En lo personal, he compartido con mis pares esta sensación. El aprendizaje mediado por una persona no tiene comparación para los/as niños/as y adolescentes. No estoy de acuerdo con la gente que dice que se perdió todo lo pedagógico. Creo que se aprendió diferente y que quizá los aprendizajes sean más débiles y en los próximos años habrá que reforzar».

2021: Regreso a la presencialidad

El primer año de la pandemia llegó a su fin y en 2021 la comunidad educativa regresó a las aulas con protocolos, barbijos y alternando semanas de presencialidad y virtualidad.

“A medida que fue pasando el tiempo la educación quedó en el centro de la arena política. Es decir que fuimos personal esencial, pero sin vacunas suficientes y quedamos en medio de la pelea de Mendoza y el AMBA contra la Nación.  Por suerte en estas semanas está avanzando la vacunación”, explica Gumilla y resalta que, aunque parcial, el regreso a una cotidianidad educativa fue algo muy positivo.

Foto: Pixabay

“El regreso fue confuso, desordenado, con mucho miedo”, sostiene Noelia. Hace una semana recibió la vacuna contra el COVID-19, pero durante todo el año ha convivido con el temor de tener que trasladarse en colectivos llenos de gente, o de pasar varias horas en alguna escuela que no cumple con los protocolos o tiene escases de insumos básicos, como alcohol en gel.

Para Noelia, la situación más compleja se da con algunos alumnos/as: “Tenés grupos de adolescentes que se cuidan un montón y te respetan, pero a veces entrás en aulas en las que comen en los bancos antes de clase o los ves compartiendo una botella de agua en el patio. Muchas veces tenés  que estar luchando para que se pongan el barbijo o para que no se lo saquen en clase. No son todos, pero lamentablemente hay chicos a los que no les importa el tema del COVID. Eso es muy complicado y angustiante”, explica.

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Noelia detalla que un docente con su misma cantidad de horas y sin antigüedad gana entre 30 mil y 40 mil pesos mensuales. Según datos publicados por el INDEC, esto los situaría por debajo de la línea de pobreza, ya que la canasta básica total para un hogar de tres integrantes se sitúa en los $50.122 (datos de abril de 2021 para Gran Buenos Aires). Lo analizamos en una nota reciente publicada por el Observatorio: al igual que una abrumadora mayoría de profesionales y trabajadoras, los/las docentes ven como su poder adquisitivo se derrumba.

Mendoza tiene los sueldos más bajos después de Entre Ríos. Fuente: Elaboración propia en base datos de GECSE (Coordinación General de Estudios de Costos del Sistema Educativo) (Julio 2020), Informe indicativo del salario docente. Diciembre 2019 a junio de 2020. Ministerio de Educación de la Nación.

Además de planificar, dar clases y corregir, Noelia tiene a cargo las tareas domésticas y el cuidado de sus hijos: “Tengo que cocinar, limpiar y hacer todo en casa, entonces no me queda otra que comprar comida hecha. Me he gastado hasta mil pesos por día en viandas. Es una larga historia, pero no cuenta con el padre de sus hijos. “Por eso siempre tuve una niñera para cuando iba a dar clases”, cuenta.

Pero el año pasado, debido al confinamiento, le pidió que no siguiera. “Este año me es imposible volver a contratarla”, dice. Y lo demuestra con números: por hora de trabajo, este año, la niñera y ella ganan casi lo mismo. Por eso, algunos días deja a los chicos encerrados en su departamento, con su abuela cuidándolos tras la pantalla. Y la situación se repite. «La mayoría dejamos a nuestros hijos solos en casa», dice.

En febrero de 2021, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación publicó la resolución 60/2021 en la que se establecía que se considerarían justificadas las inasistencias de empleados/as a cargo de niños/as de hasta 13 años cuando no hubiesen clases presenciales. Pero la norma, según explicaron desde el gobierno, no rige en Mendoza.

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¿Cómo será la nueva normalidad educativa?

«Lo que cambió es que los docentes nos apropiamos de la tecnología muy rápido en este último año y medio», sostiene Gumilla. «El año pasado fue muy complejo al ser todo virtual. En mi caso la gran mayoría del alumnado tenía dispositivos. Pero había algunos casos en la escuela pública donde había un celular para tres o cuatro niños/as. Y muchas veces ese celular era compartido con personas adultas que lo usaban para trabajar».

«Creo que en el futuro la presencialidad será fundamental y que habrá algo de virtualidad», agrega. «Por ejemplo, sería bueno mantener las reuniones de personal  por Zoom. Algo para destacar es el trabajo en burbujas. Se trabaja mucho mejor. Los vínculos con los estudiantes son más profundos y prestan más atención». También remarca la necesidad replantear la carga horaria del sistema educativo : «No sé si es necesario que en pleno invierno los alumnos y las alumnas vayan a las 7.30 y salgan a las 14. Quizá se pueda usar tecnología. Pero claro eso depende mucho de los recursos que se tengan».

Para Gumilla, la normalidad educativa de los próximos años será muy diferente de lo que fue antes de la pandemia. Por ello resalta la necesidad de repensar la educación. No sólo desde su rol formativo sino también considerando su función social. «La escuela también es una contenedora social. Ser docente implica muchas veces ser madre, padre, psicológo, trabajador social, etc. Por eso es necesario repensar la escuela desde el Estado», cierra.

Por: Javier Avila| Laura Fiochetta | Asistencia de producción: Rebeca Orellano | ONAF | 15 de junio de 2021

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