Día de la mujer: la lucha de las trabajadoras vitivinícolas en época de vendimia

¿Cómo es la vida de una mujer cosechadora?¿En qué condiciones trabaja?¿Cuánto gana? «Las mujeres en las viñas hacemos el mismo trabajo que los hombres, pero nos pagan menos», sostiene Ana Maya, trabajadora del sector y referente de un grupo de mujeres vitivinícolas autoconvocadas. Jornada laboral, tareas domésticas y crianza. Las trabajadoras de la vid como símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres.

En 1994 el fotógrafo Máximo Arias retrató en esta foto a María Elena, una trabajadora vivinícola que encontró en uno de sus tantos recorridos por los campos de Cuyo. Se dice que cuando la imagen se hizo conocida quisieron contactar a María Elena, pero fue imposible. A pesar de que se la buscó por largo tiempo, nunca más se supo de ella. La fotografía y el misterio inspiraron al músico Ramiro Gonzales a componer “la cosechera perdida”, una de las canciones del repertorio folklórico argentino actual. ¿Cómo era la vida de María Elena? ¿En qué condiciones trabajaba? ¿Cuánto ganaba? Foto: Máximo Arías (1994), Serie Vendimia.

Ana Maya aprendió lo que eran una ficha, un brote o un zarcillo cuando era niña. Recuerda que todos los años faltaba a la escuela los primeros días de clases para ir a cosechar con su familia. Era la época de la Vendimia. No la de la fiesta, los turistas y las reinas, sino la de la recolección de uva para la producción de vino. El tiempo ha pasado y hoy Ana tiene cincuenta y seis años, pero su vida aún transcurre en los viñedos.

Ana camina desde su casa en La Reducción, un distrito de Rivadavia, hacia su trabajo. “A veces me lleva mi marido”, se corrige. Se levanta al amanecer para llegar a horario. “Tengo tres hijos, pero ya están casados. Antes era más difícil porque tenía que arreglármelas para llevarlos a la escuela. Y no es sólo llevarlos, sino también que tengan la ropa lista, los útiles, todo. Eso lo veo hoy en mis compañeras de trabajo. Para la mujer siempre es más difícil todo”, dice.

“El trabajo de la viña es muy sacrificado. Y mucho más si una es mujer. Porque además de ser ama de casa, una es mamá, es trabajadora. Hay que dejar todo listo del día anterior en la casa para poder levantarse temprano a trabajar”, explica. Además, cuando los niños y las niñas son pequeños, las mujeres no tienen fines de semana para descansar. Las tareas como el planchado, el lavado o la limpieza profunda de la casa se llevan los fines de semana completos.

En Mendoza, a muchas trabajadoras les ocurre lo mismo. Según la última Encuesta Anual Condiciones de Vida publicada por la DEIE (Dirección de Estadísticas e Investigaciones del Gobierno de Mendoza), cuatro de cada diez personas ocupadas son mujeres. Ellas también están a cargo de las tareas domésticas y de cuidado: en el 91,4% de los casos son responsables del lavado y planchado, en el 90,2% del cuidado de niños y niñas, el 88,8 %de limpiar y ordenar la casa y en el 88,7% de preparar y cocinar alimentos.

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¿Son sólo las tareas domésticas lo que diferencia el trabajo de mujeres y hombres? “Las mujeres en las viñas hacemos el mismo trabajo que los hombres, pero nos pagan menos», explica Ana. «Y lo peor es que hay muy pocas mujeres que son blanqueadas, la mayoría está en negro”. En la viña trabaja con cuatro mujeres y veinte hombres. Entran a las siete y salen a las doce. “En esta época, a las trece y treinta hay que estar de vuelta para seguir trabajando. O sea que tenemos una hora y media para almorzar. Lo peor es que salimos y nos llevamos tarea a la casa, como armar todo el tema de las fichas”. En vendimia las jornadas se extienden, a veces sin límites de tiempo.

¿Cuánto gana una trabajadora en vendimia? En octubre del año pasado, desde el área de Empleo de la provincia de Mendoza se indicaba que por cada jornada debería pagarse un mínimo de $1.300. Mientras tanto, desde el Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (SOEVA), sostenían que en noviembre la jornada tendría que llegar $2.500. “Por día, porque es así como se remuneran estos trabajos, hoy recibo mil pesos», dice Ana. » No tengo posibilidad de buscar otro trabajo. Un obrero o una obrera de viña no llega a cubrir la canasta básica. Hay que tener en cuenta la vestimenta o calzado. No alcanza. Hay que hacer malabares con la poca plata que entra por mes en una casa, lamentablemente. Esto es igual año tras año, y nada cambia”, se lamenta.

Y los datos lo confirman: en promedio, los/las trabajadores/as de viña perciben $27.000 mensuales y hasta el 16 de marzo la canasta básica de alimentos medida por la DEIE era de $52.578.

«El trabajo de la viña es muy sacrificado. Y mucho más si una es mujer. Porque además de ser ama de casa, una es mamá, es trabajadora»

La pandemia COVID-19 empeoró la situación. En marzo de 2020 el gobierno provincial dispuso que las actividades de cosecha continuaran con normalidad. Para ello estableció un protocolo obligatorio para fincas y bodegas. Pero en muchos casos su cumplimiento depende casi exclusivamente de los/las trabajadores/as. “Llevamos nuestros propios barbijos y compramos alcohol en gel. Nadie nos garantiza ningún tipo de cuidado», dice Ana. “Nos sentimos con muy poca protección, todo depende de lo que nosotros  hagamos para cuidarnos”, agrega.

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El 1 de febrero un grupo autoorganizado de trabajadores y trabajadoras vitivinícolas realizó una concentración en el nudo vial con marcha a Casa de Gobierno. El objetivo fue entregar a las autoridades provinciales un petitorio que incluía salarios dignos y mejoras laborales. Con bocinas y cánticos de fondo, Ana explicaba los motivos del reclamo al periodista de una radio que trasmitía en vivo: «Hoy nos estamos convocando por los bajos sueldos que está teniendo el obrero de viña y el de bodega. Hemos tenido que movilizarnos nosotros ya que el sindicato que nos representa no hace nada». Se refería a SOEVA, el Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas.

La idea de darle voz propia a las mujeres que trabajan en la viña surgió de la experiencia de los Trabajadores Vitivinícolas Autoconvocados: “Cuando un grupo de hombres trabajadores de la viña se unió en los autoconvocados, decidimos organizarnos nosotras también por las condiciones de trabajo que tenemos, contra el sueldo miserable que cobramos”, explica Ana.

De la «cosechera perdida» a la lucha organizada. Las trabajadoras vitivinícolas están visibilizando su situación laboral. Fuente: Trabajadores de Viña Unidos (Facebook)

El grupo cobró notoriedad durante la marcha por el día de la mujer, el 8 marzo. Allí encabezaron la columna junto a las trabajadoras de la cooperativa recuperada La Terre. «Yo ya había ido a las marchas, este año fue especial porque pudimos por primera vez visibilizar nuestros problemas, algo que nadie ve y que se esconde al turismo que viene a Mendoza a ver la Fiesta de la Vendimia”, dice.

Lejos de las postales festivas difundidas por la industria y los gobiernos, el trabajo en las viñas es duro y suele basarse en relaciones de explotación laboral. «Es fácil ir a sacarse una foto entre las hileras, pero hay que estar todos los días poniendo el lomo a cuarenta grados de calor y en invierno a temperaturas bajo cero», decía Ana durante la entrega del petitorio en febrero. En una industria cuya reconversión productiva favoreció como nunca la concentración de capitales, las trabajadoras vitivinícolas son un claro símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres.

Laura Fiochetta | Javier Avila | ONAF | 22 de marzo de 2021

2 Replies to “Día de la mujer: la lucha de las trabajadoras vitivinícolas en época de vendimia

  1. Crecí palpando la explotación de mis compañeras /os de escuela, en las plantaciones del tabaco! Por supuesto nosotras nos llevamos la peor parte y por ello necesitamos agruparnos para lograr mejoras en las condiciones laborales por ej la necesidad de contar con guarderías públicas!!

  2. Es la realidad de las mujeres. No sólo de la Cosecha. Creemos que somos libres y cada vez somos más esclavas. Tenemos que demostrar todo el doble y como.dice el artículo no sólo trabajamos afuera, trabajamos en la casa, nos ocupamos de nuestros hijos y con la Pandemia todo nuestro esfuerzo se multiplicó. También es muy difícil para las mujeres que somos sostén de familia y todo, todo, todo depende de nosotras. A veces pienso que por haber elegido divorciarme gané dignidad pero… desde ese día todos mis días fueron trabajo de 6 a 1 de la mañana al día de hoy.Por eso cuando alguien festeja ese día no lo comparto, es un día para reflexionar y reconsiderar. Nuestro gran regalo: Dar vida, A los hijos propios, a nuestros alumnos, pacientes y cualquiera que lo necesite.Siempre estamos a pesar de muchas veces ser invisibles. Abrazo desde el alma a todas las mujeres.

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