Ser madre y estar privada de libertad

Lola pasó dos años y medio en la cárcel y ahora está en prisión domiciliara. Su hija tiene 12 años y su hijo 15. “De un día para el otro, su mamá y su papá fueron detenidos, ellos no sabían qué pasaba», dice. ¿Cómo transita su maternidad una mujer privada de libertad? ¿Cómo impacta la situación en la vida de sus hijos/as? El desafío de comenzar a pensar políticas públicas que atiendan el encarcelamiento desde una perspectiva de derechos.

Lola pasó dos años y medio en la cárcel y ahora está en prisión domiciliara. Su hija tiene 12 años y su hijo 15. “De un día para el otro, su mamá y su papá fueron detenidos, ellos no sabían qué pasaba. Tuvieron que irse a vivir con mi mamá, una mujer de otra generación, con muchos años de diferencia con ambos”, nos relata esta mujer que supo atravesar con entereza la situación.

“Yo tuve suerte”, advierte. Y cuenta que sus hijos/as están en primero y cuarto año del secundario,respectivamente, becados por la escuela y sin inconvenientes. “Pero no es la regla y no se puede dejar librado al factor suerte. El Estado está ausente, sólo controla que los niños y las niñas se queden con un familiar, al cuidado de una persona adulta pero no se ocupa de saber quién esa persona ni cómo pasan su vida cotidiana”,  expresa.

La Subdirectora de Ejecución Penal de la Dirección de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia, Romina Cucchi nos dice “Cuando una mujer es detenida esa situación afecta directamente sobre los hijos e hijas. Son quienes muchas veces cambian su centro de vida, es decir que pasan a vivir con otra persona de la familia o son institucionalizados/as. Lamentablemente el Estado está presente cuando esos niños y niñas entran en la institucionalización. Antes o después no está”.

Suelo describir la situación con esta frase: “cuerpo adentro, cabeza afuera”

 En ese sentido advierte: “Tenemos una carencia de políticas públicas. Eso impacta en la subjetividad, en la salud y en la escolaridad de los niños y las niñas con su mamá presa. Si esa persona que es referente no está, el impacto es muy fuerte. Es muy duro para una mamá estar presa. La mayoría sigue muy pendiente de sus hijos/as desde adentro de la cárcel. Suelo describir la situación con esta frase: “cuerpo adentro, cabeza afuera”, eso realmente expresa lo que ellas viven.  Saben si hacen las tareas, si tienen alguna enfermedad,con quienes se juntan en los recreos.  El varón preso que tiene hijos, en cambio, no tiene esas preocupaciones como prioritarias sino que entra en la lógica de la cárcel”, sostiene.

Las visitas

Ingresar a la cárcel a ver a un familiar no es algo sencillo. “No se trata de una situación amigable para las familias. Es habitual tener reclamos de los internos que no ven a sus hijos pero se entiende que a veces es muy difícil llevarlos porque las lógicas para llevarlos no son algo fácil de sobrellevar”, sostuvo Cucchi.

En la cárcel de mujeres hay un día de visita semanal de sólo niños y niñas. “Es duro y triste el despegue después de ese día”, cuenta Cucchi.  El relato de Lola coincide. “Con una visita semanal no podés hacer nada por tus hijos/as. Resta aprender a relajarte y confiar que van a estar bien. Que hay al menos un 70% de sus vidas con las que no podrás colaborar porque estás en la cárcel y con los llamados diarios no alcanza. Pero hay que aceptarlo y preservar la salud mental de uno y eso es muy positivo para los hijos/as”.

Además, el Día de la Niñez se celebra en la cárcel de mujeres.

Pensar políticas públicas con perspectiva de derechos

Tener información sobre los niños y niñas con familiar preso siempre es interesante para poder generar políticas públicas y poder comprender la situación de esos grupos sociales. Aquí me parece interesante destacar que no debemos caer en un paradigma tutelar. El riesgo de caer en una mirada tutelar siempre está latente porque se presuponen cuestiones respecto de estos grupos sociales pero siempre es importante apuntar que debemos apuntar a la protección de derechos”, advirtió Cucchi.

A partir de una reforma a la Ley de Ejecución Penal (Nº 24.660), las mujeres que deben cumplir una condena y tienen hijos/as menores de cuatro años cuentan con autorización para que los niños/as estén con ellas una parte del día mientras están privadas de la libertad.

En Mendoza, el cupo límite para estos casos es de once lugares y la metodología consiste en alojar a las mujeres que deben cumplir su condena en una de las dependencias de la ex DINAF, de manera que los/las pequeños/as no vivencien el ambiente carcelario.

Además, los niños y niñas tienen un régimen para asistir a la guardería o el jardín todos los días y los fines de semana pueden salir a pasear con un familiar a cargo o visitar parientes.

Por Laura Fiochetta | Observatorio de Niñez, Adolescencia y Familia.

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